Huan Porrah Profesor de Antropología Social y Cultural (UPO) Coordinador General de Artehnatiba Miheña
Érase una vez un pueblo supuestamente andalú llamado Miha, donde (allá por la primera década del siglo XXI) la desidia y desdén de sus habitantes nuevos y antiguos había provocado el establecimiento de unas costumbres y modos de hacer propios de la más genuina piratería.
La gente era "tan ehkahtá de lo zuyo no-pribao" que poco se había hecho en las últimas décadas para frenar estos comportamientos piratas, a pesar de ir en perjuicio de la comunidad vecinal. Tal era el índice de piratería, incluso, que sus gobernantes se empeñaron en convertir el pueblo en ciudad para que no se notaran los efectos del mal hacer de propios y extraños.
L@s indígenas nativ@s solían tener memoria de cómo era la sociedad miheña de años atrás, donde cualquier pirata entre los vecinos era rápidamente detectado y difundida su "hazaña" a lo xixilargo, para que por lo menos "ze gahtara kudiao" con él (aunque si el pirata era poderoso de poco sirviera). Una época en la que no se utilizaban planos porque la palabra estaba por encima de ellos y el testimonio de un vecino valía más que un invento de lindeh armado en un despacho.
Pero llegó la conquista del "far west" miheño, y los gobernantes elegidos por un@s ingenu@s nativ@s decretaron la puesta en valor del territorio indígena, abriendo la veda a su colonización capitalista, a la cual se sumaron bastantes indígenas para sacar dinero "como los demás". Las actitudes piratas se generalizaron, con la vista gorda de sus gobernantes: vallas cortando bereah, acequias, arroyos, etc., privatización pirata de lo común
Llegó incluso un momento en que la piratería estaba tan extendida que generaba luchas de intereses entre los propios piratas. Así, entre otros ejemplos, un grupo empresarial supuestamente asesorado por el alcalde Megalómanus para que compraran terrenos rústicos y recalificárselos luego a polígono industrial fueron invitados por la Hunta Andalusí a situarse en otro lugar sin protección territorial, lo cual chocaba con los intereses de otros pequeños piratas que habían construido casas irregulares en la vega del Río Guadarmiha. Ambos querían que se hiciera en el lugar anterior, ya que sólo veían en L'Atalaya zerroh pelaoh, frente a lo que defendían un grupo de locos no-piratas amantes del campo y la naturaleza.
Ocurría, además, que quienes cometían pequeños actos de piratería se justificaban en que otros más grandes y gobernantes también lo hacían, y por eso veían chalés irregulares de los políticos, o muros o colorines o rascacielos agustinianos en el pueblo histórico como excusa para hacer ellos lo mismo, siguiendo el ejemplo, ¡claro! Mientras que la belleza de Miha fuera para violentarla y marchitarla todo iba bien. Incluso me disgusté con un hermano porque al cometer su pequeño acto pirata de pilastrones neocatetos le reprendí, poniéndome por loco al oponerme. ¡De locos!
¿Por qué el pirata siempre gana en Miha? ¿Qué pensarán de todo esto las personas honradas del territorio pirata miheño? ¿Las hay?
Malos vicios tenemos l@h miheñ@h malos. Así nos va.
Escrito por Alternativa, el Lunes, 08 de Febrero 2010