Huan Porrah Profesor de Antropología Social y Cultural (Universidad Pablo Olavide) Coordinador General de Artehnatiba Miheña
Conforme avanza el verano las labores del campo se suceden ininterrumpidamente, casi sin dar tiempo ni a rezoyà a las personas que en este municipio mantienen este ancestral tipo de relación con el entorno. Las ferias de La Cala y de Lah Lagunah se celebran en pleno apogeo del verano (son ferias nuevas, inventadas recientemente), pero la Feria’e Miha, la del pueblo original, se celebra justo en un momento en que la cultura campesina del trabajo se prepara para el cambio de estación y de ritmos en la naturaleza.
Lah Kandelariah –desaparecidas por mor de la descabellada época pirómana en la que vivimos– es/era una tradición miheña que se llevaba a cabo en la víspera del día de la Virgen de la Peña, la presumiblemente diosa de la sierra de los antiguos miheñoh, que los gobernantes cristianos cristianizarían. Marcaban hasta hace poco el momento de regeneración del campo y del final de las principales labores del verano, la época de mayor trabajo en el solar mijeño (cuando éramos un pueblo más indígena).
Pero… ¿a alguien le rememora hoy en día estas cosas la Feria’e Miha? Sin pretender ni mucho menos una vuelta al pasado (que no tendría mucho sentido), ¿qué nos queda del significado propio, original y singular de nuestra feria grande? ¿Existe oportunidad festiva espontánea y de alivio económico para l@s parad@s –como solía ocurrir en los puestecillos de la feria de antaño– en el diseño que nos ha quedado de esta feria?
El gran debate, que sin duda trasciende más allá de la administración local, podríamos resumirlo en una elección entre si se prefiere la espontaneidad o la seguridad (o su sucedáneo de profesionalización de la experiencia festiva).
Excesivas regulaciones y normativas motivadas por una obsesión burguesa en la seguridad están convirtiendo la feria del pueblo en una feria cada vez más cara, cada vez menos espontánea y donde la participación ciudadana es cada vez más escasa, con lo que la apuesta es por la profesionalización de los servicios festivos: todo para el pueblo, pero sin el pueblo.
En cualquier otro pueblo del interior de Andaluzía, donde golpea con igual o mayor dureza la crisis y donde gobierna igualmente la Junta, la espontaneidad festiva sigue omnipresente, el “riesgo” acompaña a una fiesta más participativa y jovial, con muchísimos menos medios, pero que permite respirar a bastantes parad@s en cada localidad. ¿Qué pasa en Mijas; es que nos hemos vuelto más señoritos? Más señorit@s y más aburrid@s.
La Feria’e Miha decae año tras año, y no todo va a ser por culpa de la crisis, ni del Ayuntamiento; alguna culpa tendremos l@s mijeñ@s de a pie. Quizá deberíamos replantearnos la injusticia de una feria de día sin apenas gastos para sus beneficiarios con respecto a los feriantes cotizantes del recinto ferial, una caseta de la juventud con posibilidades también para el joven alternativ@, recuperación de juegos tradicionales y singularidades, además de, sin ánimo de menospreciar el trabajo de nadie, quizás una renovación de la Comisión de fiestas que posibilite revitalizar nuestra feria desde el mismo pueblo miheño.
Escrito por Alternativa, el Miercoles, 15 de Septiembre 2010
