NO hay que bucear demasiado en las hemerotecas para encontrar a Esperanza Oña, alcaldesa de Fuengirola, portavoz en el Parlamento andaluz y en teoría número tres de Javier Arenas, dando lecciones de austeridad, democracia, transparencia y buen gobierno a la Junta en particular y al resto del mundo en general. Luego, claro está, la realidad de sus actos otorga a sus palabras el crédito que merecen: ninguno. Campeona del lamentable y tú más, experta en ver la paja en el ojo ajeno y no las muchas vigas en el propio, Oña representa lo más rancio del PP andaluz, la crispación y el uso abyecto de las instituciones y el dinero público para su promoción personal y la de su partido. Sí, algunos o muchos cargos del PSOE también lo hacen, como ella respondería a la primera. Pero esa no es ninguna excusa y sí un pobre argumento.
El último despropósito de su carrera política es la edición por parte del Ayuntamiento de Fuengirola de 25.000 calendarios en los que su foto aparece en todas las páginas. Resulta indiferente que el coste sea de 14.000 euros, de 50.000 como denunció el PSOE o de 10 miserables euros. Lo importante es que se trata de fondos públicos mal, muy mal empleados. Lo importante es que la alcaldesa insiste en defender lo indefendible, en desafiar al sentido común y a su propio partido, cuando afirma que imprimirá más almanaques si se agotan. Sostiene Oña que lo escandaloso no son sus 25.000 calendarios, sino que Mijas se gasta más de 6.000 euros al día en "propaganda", contabilizando la tele y radio mijeñas. Como es habitual en ella, olvida que también tiene una cara tele municipal a su servicio, cuya línea editorial, por cierto, hace que Intereconomía parezca de izquierdas y los informativos de Canal Sur los de la BBC. Oña se presenta en Sevilla como azote del despilfarro cuando gasta el dinero de su pueblo en hacerse un álbum de fotos; critica a la Junta por su escaso talante democrático cuando ella ha sido condenada varias veces por no dar información a la oposición, es la alcaldesa más opaca de España y se ofende cuando se señala que su patrimonio se ha multiplicado estos años; presume de crear empleo y riqueza cuando ha sido condenada por vulnerar la ley de contratos del sector público por pedir lo imposible a las empresas que aspiran a sus concursos.
Miss Incoherencia 2011, debería rezar su almanaque.
Escrito por Alternativa, el Viernes, 24 de Diciembre 2010